¿En serio voy a atreverme a hacer esto? Si he llegado hasta aquí ha sido pura suerte. Seguro que eso no lo voy a poder hacer.
¿Alguno de estos pensamientos o similares te ha asaltado alguna vez? ¿Te has enfrentado con la sensación de no ser lo suficiente, de estar engañando a tu audiencia que ingenua te sigue aunque no seas tan buena como ellos creen? Tranquila, no eres tú, es el síndrome del impostor haciendo de las suyas.
Por desgracia, este compañero no nos abandona. Siempre ronda para susurrarnos al oído y sembrando en nuestra mente la sensación de pequeñez que no refleja la realidad, pero que impacta en nuestro desempeño y en los resultados que obtenemos.
La mala noticia es que todos o por lo menos un buen porcentaje de nosotros en algún momento lo hemos experimentado. La buena, podemos pactar con él y minimizar su influencia en nuestras vidas. ¿Cómo? De eso hablaremos hoy.
¿Qué es el síndrome del impostor?
Es un fenómeno psicológico que te hace creer que no tienes la capacidad, inteligencia o creatividad para llevar a cabo una tarea, a pesar de que en la realidad exista evidencia de que estás calificado. En pocas palabras, te hace sentir que estás desempeñando actividades para las que no estás preparado y por lo tanto eres un impostor.
Investigando para este artículo encontré una cita que me gustó por la exactitud con la que describe la sensación que produce este síndrome:
“es como sentir que somos un agente ultra secreto (pero no en los momentos épicos y heroicos donde hay pistolas y explosiones), si no como un infiltrado constantemente a punto de ser expuesto.”
Es un sentimiento de incapacidad e insuficiencia cuyo único objetivo es sabotearnos y entorpecer nuestro camino a la realización. Y sí, yo también he experimentado el síndrome del impostor.
¿Cómo me doy cuenta que estoy padeciendo del síndrome del impostor?
Identificarlo debería ser bastante sencillo porque sus síntomas son tan evidentes que no pasan por alto. Sin embargo, no siempre le damos la visibilidad que debe tener para conseguir la solución.
Así que para dejar al desnudo al síndrome del impostor, puntualicemos algunas conductas que lo delatan:
- Eres extremadamente autoexigente: hagas lo que hagas siempre crees que pudiste haberlo hecho mejor.
- Sientes inseguridad al momento de expresar tu opinión, sin importar que esta se refiera a tu área de experticia, que tengas experiencia y conocimientos para sustentarla.
- Sientes con frecuencia la necesidad de trabajar más, porque necesitas cumplir con los estándares establecidos y piensas que con lo que haces no es suficiente.
- Te cuesta asumir un logro como propio, aceptar un cumplido y recibir reconocimientos por las tareas que realizas.
- Sientes un miedo irracional a que alguien descubra que eres un fraude, aun sabiendo que no lo eres.
Si alguna de estas situaciones te resulta familiar es muy probable que estés experimentando en carne propia el síndrome del impostor y es hora de llamarlo por su nombre. Solo reconociéndolo podemos combatirlo.
Tipos de Impostores
- Los perfeccionistas: nunca es suficiente, siempre necesitan hacer más y hacerlo mejor
- Los eternos estudiantes: tienen miedo a ser percibidos cómo incompetentes por lo que pasan la vida haciendo cursos y certificaciones y se les dificulta pasar a la acción.
- Los impacientes: aquellas personas que si no tienen éxito al primer intento significa que no sirven para la tarea.
- Los Solitarios: jamás piden ayuda porque eso sería admitir que no saben y por lo tanto no están capacitados.
- Los superman/woman: asumen todos los roles y se esfuerzan por cumplirlos bien, aun cuando esto signifique una sobrecarga de trabajo.. De lo contrario fracasan.
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¿El síndrome del impostor prefiere a las mujeres?
En un principio se creía que el síndrome del impostor lo padecían con más frecuencia las mujeres que los hombres e incluso se afirmaba que entre más alto el cargo o mayor grado de instrucción tuviese, más fuerte era la presencia de este mal en la población femenina.
Sin embargo, estos estudios no fueron del todo satisfactorios porque otros arrojan que los hombres también lo padecen y es lógico. Este amigo no discrimina género, ni edad y ninguna otra condición.
En mi opinión, creo que hay algunas circunstancias que facilitan el padecimiento en nosotras.
Como ya he mencionado antes, las comparaciones son odiosas y las generalizaciones imprecisas y no tengo la intención de polarizar, pero sí creo necesario que resaltemos dos condiciones que, en mi opinión, sirven de caldo de cultivo para el desarrollo del síndrome del impostor en nosotras.
- Nos desempeñamos en varios campos. Si eres una mujer emprendedora seguramente también eres madre, gerente del hogar, maestra, chofer y más. Todas esas tareas que asumimos vienen intrínsecas con la feminidad, si las contamos de una en una se acumulan. Es normal que, asando tantos conejos, alguno se queme ¿no? Pero es difícil no pensar que si no las realizamos como debe ser no estamos haciéndolo bien.
- Nos han enseñado desde pequeñas a ser lindas y amables, (en líneas generales, porque por ejemplo, las mujeres de mi familia somos muy fuertes) ¿Y a qué viene esto? Sencillo, como debemos ser mesuradas, nos cuesta asumir y reclamar nuestros logros y no siempre actuamos de manera asertiva.
Pero sin importar si eres hombre o mujer, el síndrome del impostor puede estar presente saboteando tu trabajo e impidiendo tu bienestar.
Cómo afecta el Síndrome del impostor nuestro desempeño
- No deja que tomes riesgos ni que aceptes tareas o nuevos desafíos. Cómo pedir un ascenso por ejemplo, por lo que limitas tu desempeño.
- Te estresa, te cansa y te pone ansiosa.
- Procrastinas e impide que seas productiva, el miedo al fracaso te dice que si no lo intentas, pues no fallarás.
- Te sobrecargas de trabajo porque tienes la necesidad de hacerlo todo y hacerlo bien.
¿Cómo superar el síndrome del impostor?
El primer paso es reconocer el problema.
Solo después de identificar que nos afecta, podemos tomar medidas para hacer los cambios que necesitamos. Requerimos hacer un esfuerzo consciente y depende solo de nosotros superarlo
Acepta tu propia vulnerabilidad:
No te imaginas el poder que tiene el aceptar el hecho que somos vulnerables. Saber que no puedes ni tienes porque hacerlo todo libera. Recuerda es válido tener tus propias limitaciones
Deja de compararte:
porque cada una tiene fortalezas y una manera única de hacer. Tener referentes es positivo si te enfocas en aprender de ellos, pero estar en constante comparación es un desgaste no solo innecesario sino perjudicial
Busca y acepta la retroalimentación positiva:
Haz un compromiso contigo misma para cuidar y cambiar tu diálogo interno. A veces, la retroalimentación que nos damos es muy negativa. Empecemos por cambiar lo que nos decimos a nosotras mismas. Y si algún colega, jefe o cualquier persona te hace un reconocimiento, acéptalo. Te lo mereces.
Consigue ayuda profesional:
Si determinas que el problema te supera. Existen muchos profesionales, herramientas y espacios donde puedes conseguir respuestas a este problema. La salud emocional no es juego y el bienestar siempre debe ser una prioridad.
El síndrome del impostor es real y afecta a muchos de nosotros. Es hora de que hablemos sobre el tema y más importante aún que tomemos las medidas necesarias para superarlo.
Hacer las paces con nosotras mismas, querernos y aceptarnos tal como somos es un acto de amor propio que deberíamos practicar más a menudo porque nos hará más felices. Y las emprendedoras felices obtienen resultados maravillosos.
Ya lo sabes, ámate, cuídate y nos vemos en Pinterest.
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